lunes, 30 de enero de 2023

POEMA AELIN

 

Aelin

 

Aelin, grandiosa reina de fuego y ceniza

Con el alma hecha de fuego y el corazón de un león

Bella y poderosa, un faro en la oscuridad advenediza

Con tu llama ardiendo eterna dentro de tu corazón.

 

De las llamas surgiste, un fénix renacido

Con alas de fuego y una espada en tus manos

Siempre avanzas, hacia el destino temido

Nada te detiene, nada te doblega, ni los dioses de mundos lejanos

 

Aelin, tú por los que quieres hasta la muerte avanzas

Tu valentía inspira y tu nombre es leyenda

Por ti, ciudades caen y reinos se levantan

Tú llevaste a Terrasen por una mejor senda.

 

Aelin, reina de los cielos y de la tierra

Tu poder es infinito, tú serás una diosa futura

Sigue adelante, hacia la gloria que te espera

Eres la llama que guía en la noche más oscura.


Por Tara Nyx

CUENTOS CLÁSICOS

 

 Jugar con los cuentos.

 Por CE.RE.KA  

 

 

1

Cambiar el final de un cuento clásico.

 

Había una vez tres cerditos vagos, rechonchos, lindos, sabrosos… al que su madre los echó de casa porque la inflación no le permitía tener hijos en casa.

- Joba, maldita inflación. - el hermano pequeño se quejaba porque ahora tendría que cazar y no ser cazado.

- Ya ves. Ahora los tres tenemos que hacer nuestra propia casa porque no me puedo permitir un piso en Barcelona.

- Pues nada, a hacer otra casa.

 

Los tres cerditos empezaron a hacer tres casas en una meseta, pero a las pocas horas se cansaron de trabajar.

- Al cuerno, - gritó el cerdito del medio – paso de hacer una casa bien hecha, mejor me hago una de paja.

- Yo también estoy cansado, mejor hago una de madera, está de moda.

- De verdad, es que sois tontos.

- Bueno… ¿ y qué piensas hacer ?

- Yo... ¡Pues yo ahorraré, ahorraré y una choza buena me haré!

A los cerditos pequeños les daba igual el estado de su casa y se pusieron a jugar. Entonces apareció el lobo, que tenía mucha hambre; la inflación no le permitía pagar la carnicería, así que se fue de caza.

- Hola cochinillos, marranos, lindos, guapos y sabrosos.

- Ah, es el lobo. - los cerditos corrieron a la casa del hermano mayor, que para entonces ya era toda una mansión, con la esperanza de refugiarse en su casa.

- Ay, hermano mayor. Déjame entrar, por favor que el lobo nos quiere comer.

- Refugiaros en vuestras casas sin licencia. - en cuestión de segundos, el lobo se comió a sus hermanos.

- Cerdito, déjame entrar.

- Ay no, que eres el lobo, eso ni hablar.

- Pues soplaré, soplaré y tu casa derribaré. - por más que sopló, el lobo solo le hizo una grieta, pero el cerdo, que era más listo que nadie, le puso una tirita.

- No – exclamó el lobo – me has ganado. Y el lobo, sin nada más que decir se fue con el rabo entre las patas, esperando a una niña con caperuza para indicarle el camina hacia la casa de su abuelita.

 

 

                                            FIN

POEMA AELIN

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